El magno evento
El éxito absoluto y clamoroso de monseñor Rouco en la reciente JMJ se debe al signo formal que imprimió a los tres años de preparación. En efecto, una y otra vez prospectaba por delante la fecha fija del cumplimiento bajo fisonomía de horizonte ("fisonomía" de hecho, pues no es que él haya dicho en ningún momento la palabra "horizonte"), con lo que a los colaboradores voluntarios los tres años de preparación se les trocaron de tiempo para en tiempo hacia. Un horizonte anticipado dinamiza la duración, la hace proyectiva. No es, pues, la duración del tiempo común de los mortales, de los pecadores, sino la del tiempo de los santos, de las almas piadosas, que solo miran a la salvación y anticipan como horizonte el de su propia muerte, a la que dan la cara sin temor alguno. Por supuesto, ninguno de los colaboradores voluntarios, ni aun Rouco mismo, debe de haber advertido esta analogía con la temporalidad soteriológica.Información obtenida de El País para iPhone.
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