viernes, 13 de enero de 2012

E pur si muove!

 
 

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vía Vientos de Brasil de Juan Arias el 12/01/12

Algo se está moviendo en la sociedad brasileña, que según algunos aparecía anestesiada, incapaz de advertir las deficiencias estructurales y la corrupción sistémica que aquejan al país.


Dicen que el famoso matemático Galileo Galilei tras haber sido condenado por el Tribunal de la Santa Inquisición, en 1633 por defender que la Tierra se mueve alrededor del sol, exclamó: "Eppur si muove!" "¡Y sin embargo, se mueve!" Tenía razón. También en Brasil a los que aseguran que la sociedad civil está parada, sin movimientos de indignados, se podría responder: Y sin embargo se mueve.

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Galileo ante la Inquisición- De Joseph N.Robert Fleury


Los expertos en tendencias necesitan un olfato especial para descubrir a veces un simple dato en el que se puede anidar un cambio importante en la sociedad o en el individuo. Ayer, un sondeo de absoluta solvencia, del CNI (Confederación Nacional de Industria) en todo el territorio, realizado por Ibope (Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística) arrojó unos resultados sorprendentes que sin duda indican una tendencia de cambio en la madurez e información ciudadana brasileña.


El dato se refiere al problema de la sanidad pública, pero lo importante es que por primera vez, casi el 100% de la población (el 97%) se presenta convencida de algo muy importante: que el sistema público de salud funciona mal. En los últimos años, dichos servicios que usan el 79%  no sólo no han demostrado una mejoría para el 85% sino que hasta han empeorado, para el 43% de los ciudadanos.


Y de todas esas cifras, la más importante de todas es que el 97% rechaza una subida de impuestos, que en Brasil son de los más altos del mundo, para mejorar la salud pública, como están estudiando gobierno y Congreso, ya que están convencidos que el problema se resolvería de otra forma más sencilla: "Destinando a la salud pública, lo que el Estado pierde con la corrupción de los políticos".

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Filas en los hospitales públicos de Brasil


Se ha subrayado que los brasileños, que dan más de un 70% de aprobación a la Presidenta Dilma Rousseff y que dieron a su antecesor Lula da Silva hasta un 80% al final de sus dos gobiernos,  están acomodados, incapaces de protestar y de indignarse ante problemas graves como la incuria del gobierno con la salud pública, a pesar de poseer en teoría uno de los sistemas más progresistas del mundo, ya que es gratuita y universal. Se pensaba que los brasileños debido a las ayudas sociales a los pobres y a una cierta mejoría económica general, aceptaban todo el resto pasivamente.  Ello explicaría que haya prácticamente fracasado el movimiento de los Indignados y que el país viva una especie de luna de miel mecida en los laureles de la fama internacional de la que goza el país, como si estuvieran viviendo una especie de paraíso, donde nadie necesita protestar ni quejarse de nada.

Saude

Quizás la índole poco proclive a las manifestaciones de violencia y de protesta, privilegiando las grandes y multitudinarias manifestaciones festivas, haya podido engañar a la opinión pública mundial.
De ahí que el resultado sorprendente de este sondeo nacional, haya llamado la atención. La sociedad brasileña está cambiando.

 La llegada de millones de pobres a la clase media ha llevado también a la gente a ser más consciente de sus derechos y de los fallos del sistema público. Y lo ha revelado sin miedo. Justamente ayer, la Presidenta Dilma hizo unas declaraciones muy serias, ella a la que le gusta tan  poco hablar. Ha dicho textualmente: "No queremos un país formado por millonarios, pobres y miserables como existe en otros grandes naciones. Queremos un Brasil de clase media y nadie es de clase media, sin casa propia. Nadie".


Dilma es una persona bien formada intelectualmente, es economista y sabe muy bien que un país de clase media, sin pobres y miserables, generalmente incapaces de hacer análisis políticos, está creando un país más crítico, más consciente de sus deberes, pero también de sus derechos.


Hace sólo diez años, cuando la clase media aún no era mayoritaria en el país, esos datos de un 97% consciente de que lo que el mundo político se embolsa en corrupción, daría para tener un sistema de salud mejor para todos, hubiesen sido impensable. Curiosamente en el sondeo de ayer el índice de crítica e indignación es proporcionalmente mayor entre la clase media que entre las capas aún más pobres de la población.


Esos cambios en las sociedades suelen empezar subterráneos, silenciosos hasta aflorar a la superficie. Podría estar naciendo un Brasil ya ni anestesiado, ni indiferente a sus derechos ni ciego ante lo que aún le falta para frenar una sociedad no sólo sin pobres sino también con ciudadanía y conciencia de su papel fundamental en el desarrollo político y económico de la sociedad. Creo que si. Eppur se muove!

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Belleza brasileña


 
 

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